Cuando era pequeño, a veces leía poemas y versos que en un principio pensaba habían sido escritos por gente muy importante, que sabía de modales, que componía melodías y que quizás siempre retrataba festejos, pues era un invitado de honor. Luego, conocí el lado absurdo del escritor, así como también aquel que yacía sentado frente a un ventanal en una habitación lúgubre: el poeta nostálgico y metafísico. El triste.
Esos textos y esas palabras sólo pueden apropiarse si se es un poco mayor o un genio. De gente grande. Ahora un poco de nostalgia:
Roedores inundan las calles y propagan la peste, un gigante a bajado de su castillo; es un viajero. Las bestias han crecido, en especial cuatro tipos. Los hombres son victimas y victimarios. Las aguas cada día son más profundas y la tierra que queda está por sumergirse. El fuego acaba con la energía de los árboles y muere el espíritu colectivo en ellos.
Las obras se derrumban y en esta ocasión ¿quién será el vencedor? Aquí no existe la magia, sino el conocimiento que materializa cualquier pensamiento la semilla da sus frutos según este y su desenvolvimiento. La vida se ha unido, hasta lo más profundo, con la sustancia del saber.
Contempla, enmudecido, la vida a prueba. Elige un bando o un camino. La lucha vendrá después.
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