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martes, 16 de octubre de 2018

Otoño

Fue el fin del verano, con nocturnas escrituras y ejercicios matemáticos. Fue también el fin de las efímeras hormonas en el aire, más bien, el éter zigzagueando desde dentro del alma.

El comienzo de un ego sensato, de la cruz en la palma, de geometría genética y exactitud visceral. Hablar de sí, es ahora, hablar por todos, aunque aun viven y se arrastran demonios hechos carne que escudriñan tu alma para salpicarte un poco de veneno, al unísono. Claro de luna pesadillante.

Tu auto averiado interrumpe el flujo colectivo. ¿Sabes que ya saben? Poco a poco cada mente será un genio. Los estúpidos tomarán valor en el fin de su existencia, creyendo ser líderes pero, hasta ahora, pienso, su destino será sufrir más. Me decepciona saber que a los más sinceros les ocurre lo peor.

Lluvia sin parar.
Hielo en meteoros.
Un gato necio.
Sin energía.
Un poco de caos.
Un gélido sentimiento de supervivencia.

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