Hay días en los cuales el espíritu es inquebrantable; nada puede arrojarte al suelo. Eres capaz de vivirlo sin temor. A pesar de que falte alguna alma, el consuelo siempre llega pronto. Una visión del mundo externa. Un dios que todo lo cura. El honor de haber vivido de dicha manera. Pero también hay días en los cuales el espíritu padece por una mente que maquina. Una mente que no deja de pensar en el mínimo detalle, hiriendo y comiéndose al tiempo.
No dejes que ese pensar que se vuelve sentimiento se apodere de mi jamás. Quiero ser libre de ello. Ya no hay tiempo para pensar, solo para actuar; debes sonreír, porque todo el dolor de tu alma es por parte terrenal.
Aprende a dejarlo. No lo necesitas. El tiempo es muy corto. Se feliz... al menos, 20 horas al día.
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