Nunca sabrás si el conductor que se aproxima frente a tí está cansado o ebrio o quizás lo ha pasado mal con su pareja. Tal vez sea un fugitivo de la justicia. Quién sabe. No vayas lejos, puedes ser tú el que no durmió bien, el que tuvo una fiesta en la madrugada, la que descubrió a su mascota haciendo travesuras. Mírate al volante con los ojos enrojecidos y el cuerpo temblando, casi convulsionando. No estás... Bueno, en realidad sí estás drogado, digamos... Naturalmente por tus hormonas capaces de reescribir un nuevo código de conducta. Uno muy negativo. Sí, el código.
Suprarrenales al cien por ciento, (hoy en día esa cifra se logra muy fácilmente). Pupilas dilatadas, comezón esfinterial, quiero decir, en el cuero cabelludo y un largo etcétera. Qué dificil es aceptar la culpa, asimilar el daño causado. Será siempre un mal recuerdo del que debes aprender.
Ahora mírate, estás aquí y puedes volver a comenzar. Nadie dijo que sería facil. Facil es dejar de entender.
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